Trabajo, dignidad, derechos
El 1º de Mayo, Día Internacional del
Trabajo, se caracteriza -en este año- por la profundización de la crisis
global; tras casi cinco años del inicio de la crisis financiera, el fracaso de
las políticas neoliberales aplicadas es un hecho incuestionable y con efectos
dramáticos al haber aumentado la destrucción de empleo, la pobreza y las
desigualdades.
Ante la falta de regulación del sistema
financiero, los ataques a la deuda soberana de los países, el empeoramiento de
las condiciones de vida y trabajo, la disminución de la protección social y el
deterioro de los servicios públicos, la Confederación
Sindical Internacional y la Confederación Europea
de Sindicatos responden con la movilización sindical, reclamando una salida
social a la crisis, con otras políticas que impulsen el crecimiento económico y
del empleo y preserven la cohesión social.
Junto al movimiento sindical
internacional y europeo, CCOO y UGT reivindicamos el fin de todos los
conflictos bélicos originados por los
intereses económicos y políticos o por los fanatismos de todo tipo y exigimos
que terminen, de una vez por todas, las violaciones de los derechos laborales,
sindicales y civiles en todo el planeta.
Un
camino de esperanza para los pueblos árabes
La llamada “Primavera árabe” ha
producido, en 2011, el derrocamiento de las dictaduras de Túnez, Egipto y
Libia. En este último país, tras una intervención de la OTAN y una guerra
civil. En Siria, el conflicto ha devenido en una guerra civil en la que aún hoy
continúa inmersa por la negativa del régimen represor de los Assad a abrir paso
a la democracia. En
otros países se han realizado cambios políticos de orientación democratizadora
como consecuencia de la presión popular. Con independencia de las dificultades,
incertidumbres y riesgos que se manifiestan en los países árabes, hay que valorar
como merecen las rebeliones de los pueblos por la libertad y la justicia y
para poner fin a dictaduras corruptas.
La OIT regula derechos laborales para el trabajo
doméstico
En la 100ª
Conferencia Internacional de Trabajo de la OIT, celebrada en junio de 2011,
además de otros asuntos tratados, hay que celebrar que se adoptaron normas
laborales internacionales para proteger a entre 53 y 100 millones de
trabajadores domésticos en el mundo. En los países en desarrollo representan
entre el 4 y 12% del empleo asalariado, siendo alrededor del 83% mujeres o
niñas y muchas de ellas migrantes. Es la primera vez en la historia de la OIT que
las normas laborales se llevan al ámbito de la economía informal. Las nuevas
normas se convertirán en el Convenio 189º de la OIT y la Recomendación nº 201 y
establecen que los millones de trabajadores y trabajadoras domésticos del mundo
tengan los mismos derechos básicos que otros trabajadores, incluyendo horas de
trabajo razonables, descanso semanal de al menos 24 horas consecutivas, un
límite a los pagos en especie, información clara sobre los términos y las
condiciones de empleo, así como el respeto a los principios y derechos
fundamentales en el trabajo, incluyendo los de libertad sindical y negociación
colectiva.
Las
políticas neoliberales debilitan el modelo social europeo
Europa atraviesa una gran crisis
económica y social, con niveles récord de desempleo, y caminando hacia un
periodo de recesión general que ya es una realidad en algunos de los países de la Unión. En la UE27, a
finales de 2011, eran ya más de 23 millones de hombres y mujeres los que
carecían de empleo, entre ellos 5 millones de jóvenes.
En los últimos dos años, estamos
viviendo el más sistemático y generalizado ataque contra los derechos laborales
y sociales desde el fin de la 2ª Guerra Mundial. El ataque está impulsado desde
las mismas instituciones europeas: Consejo, Comisión y Banco Central Europeo.
Sus líneas de acción son las políticas de austeridad y ajuste presupuestario y
las llamadas “reformas estructurales”, en particular las del mercado de
trabajo. Sus instrumentos jurídico-políticos son, por el momento, los seis
reglamentos del Plan de gobernanza
económica, el Pacto por el euro plus
y el nuevo Tratado o Pacto fiscal. Sus consecuencias afectan
a todos los países de la UE, con distinta intensidad. De forma dramática a los
países del sur y el este de Europa que tienen serios problemas en sus finanzas
públicas: disminución de salarios y pensiones, pérdida o erosión de los
derechos laborales y sociales, debilitamiento (anulación en algunos casos) de
la negociación colectiva y de la capacidad de los sindicatos para defender a los
trabajadores, deterioro serio de las prestaciones y servicios públicos sobre
los que se basan los Estados de bienestar europeos.
Sometidos, con más o menos entusiasmo,
a la ideología del pensamiento económico conservador del actual gobierno
alemán, los responsables políticos europeos están actuando con una cortedad de
miras y unos niveles de irresponsabilidad extraordinarios manteniendo unas
políticas manifiestamente fracasadas que ponen en peligro la misma existencia
del euro, en lo económico, y de la propia Unión Europea,
en lo político. El debilitamiento del modelo social europeo y su sustitución
por un modelo ultraliberal de “sólo mercado” y un modelo dual en el que a los
países periféricos, como España, les correspondería competir en base a una
profunda reducción de los salarios y de los derechos laborales y sociales.
Las políticas impulsadas por las
instituciones europeas son muy injustas y sus consecuencias están siendo: más
personas en paro, más pobreza y más desigualdad social. Además, son un fracaso
en términos económicos. Sus objetivos explícitos –déficit público del 3% del
PIB en 2013 y mejora de la capacidad de financiación de los Estados- está lejos
de poder cumplirse, dado que las políticas de austeridad han llevado de una
incipiente recuperación económica a una nueva recesión. Hoy, la crisis de las
deudas soberanas está más extendida y es más profunda que a comienzos de 2010
(cuando se fijaron los objetivos del déficit).
El sindicalismo europeo tiene
alternativas a esta difícil situación que son compartidas por un creciente
número de organizaciones sociales y políticas. La Confederación Europea
de Sindicatos (CES), para resolver la crisis de las deudas soberanas e impulsar
el crecimiento de la economía y el empleo, propone: emitir deuda europea
(eurobonos), reformar el BCE para darle las competencias de los demás bancos
centrales, implantar un impuesto a las
transacciones financieras, actuar decididamente contra el fraude y la evasión
fiscal y acabar con los paraísos fiscales, regular los mercados financieros
para ponerlos al servicio de la economía real, armonizar fiscalmente la UE,
impulsar un plan europeo de inversiones en redes de transporte y comunicación y
actividades de economía verde, reformar los Tratados de la UE para que el
gobierno de la UE sea realmente democrático y respete los principios, valores e
instituciones que han configurado su modelo social. Para alcanzar los objetivos
de reducción de los déficits públicos, la CES reclama un plazo más prolongado,
y desde la recuperación del crecimiento económico, no desde la recesión.
La CES ha propuesto, además, trabajar
por un Nuevo contrato social europeo
que restaure el valor del diálogo social y establezca un amplio conjunto de
derechos laborales y sociales comunes sobre los que basar la construcción de
una nueva Unión Europea que pueda volver a convertirse en la región del mundo
económicamente más avanzada, con un modelo de desarrollo sostenible y
socialmente más justa. Porque ambas opciones son perfectamente compatibles.
Reformas
injustas y políticas ineficaces
En España, la pésima situación económica
y del empleo, lejos de reconducirse, se agrava. Superada, en 2011, la cifra de
5.270.000 personas desempleadas, las expectativas para este año y el próximo,
inmersos ya en una recesión económica, auguran un aumento mucho mayor
del desempleo, con la extensión de los despidos al ámbito de las
administraciones y servicios públicos y por los efectos, en el ámbito privado,
de la contracción drástica de la inversión pública. Una situación en la que la
brecha entre ricos y pobres aumenta cada día y sitúa a más del 22% de los
hogares españoles por debajo del umbral de la pobreza.
Las dificultades para que las personas
jóvenes encuentren empleo, convierten el desempleo juvenil en un problema social
de primera magnitud ante la falta de expectativas laborales que limitan
severamente sus posibilidades de desarrollo y autonomía y que llevan, a las
personas más preparadas, a ver en la emigración una de sus escasas
alternativas.
El desempleo de larga duración también
se ceba en mujeres y hombres que por su mayor edad tienen escasas posibilidades
de reincorporarse al mercado de trabajo en estas circunstancias y también en un
futuro, cuando la economía repunte y genere nuevos empleos.
Las reformas laborales llevadas a cabo
por el anterior Gobierno, atendiendo a los requerimientos de reformas
estructurales impulsados por la UE, no han servido para frenar la destrucción
de puestos de trabajo y sí para aumentar la precariedad laboral. El giro en la
política económica y social, adoptado por el Gobierno en 2010 y continuado en 2011, ha tenido
consecuencias negativas para el empleo y para la prestación de los servicios
públicos, facilitando la ofensiva contra lo público que, desde diversos ámbitos
políticos y económicos, ligados a las posiciones más neoliberales, se
desencadenaron en algunas Comunidades Autónomas y llevan camino de
generalizarse en todo el país.
Los errores en la gestión política de la
crisis, llevaron a la desafección de una parte importante de su electorado y a
facilitar un cambio de ciclo político, iniciado en las elecciones municipales y
autonómicas de mayo de 2011, al poner en manos del Partido Popular la mayoría
de los gobiernos e instituciones. Tras la alternancia política resultado de las
elecciones generales del 20 de noviembre, el Gobierno del PP ha iniciado una
rápida carrera por la puesta en marcha de drásticos recortes presupuestarios y
profundas reformas estructurales, entre las que destaca la reforma laboral por
sus efectos lesivos para los trabajadores y por la involución que supone en
aspectos esenciales del derecho del trabajo, aprobada sin el menor intento de
negociación, ni siquiera consulta previa, con las organizaciones sindicales y
con desprecio absoluto del valor del diálogo social y de los contenidos de dos
importantes Acuerdos interconfederales firmados por las confederaciones
empresariales y sindicales pocos días antes de que el Gobierno aprobase el
RD-ley.
UGT y CCOO reclamamos la necesidad y
oportunidad del II Acuerdo para el Empleo y la Negociación Colectiva
(AENC 2012-2014), con el que se trata de contribuir, desde la negociación
colectiva, a la reactivación económica, a través de una importante contención
de salarios, precios y beneficios empresariales, y la reinversión del excedente
empresarial para la mejora de la competitividad y productividad; contribuir a
la consolidación del empleo, a través de la aplicación preferente, a la hora de
afrontar la crisis, de medidas de flexibilidad interna negociada, y a la
reducción de la conflictividad laboral a través del fortalecimiento del diálogo
en la empresa y de la solución autónoma de conflictos, avalada también con la
firma del V Acuerdo sobre Solución Autónoma de Conflictos (ASAC 2012-2016).
Frente a la opción promovida por los
Acuerdos interconfederales, el RD-ley supone una reforma brutal, que facilita y
abarata el despido, precariza las nuevas contrataciones, desequilibra a favor
de la empresa las relaciones laborales, aumenta la desigualdad y genera nuevas
formas de discriminación, debilita la negociación colectiva y la función de las
organizaciones sindicales. Una reforma con claros elementos de
inconstitucionalidad y que vulnera, también, algunos importantes convenios internaciones
de la OIT.
Una reforma laboral que ha sido
contestada con la
Huelga General del 29 de marzo, convocada por CCOO y UGT, con
un alto grado de participación incuestionable, más de 10 millones de
trabajadoras y trabajadores, y varios millones de personas manifestándose en
las calles de las principales ciudades españolas. La dimensión de la
movilización confirma el apoyo a la petición de rectificación que reclaman los
sindicatos. El Gobierno debe escuchar a los millones de personas que han
expresado su malestar y profundo rechazo a la reforma y a los recortes
sociales. UGT y CCOO daremos una nueva oportunidad para el diálogo y la
negociación, instando a que, en el periodo de tramitación parlamentaria del
proyecto de ley de reforma laboral, el Gobierno atienda las propuestas
sindicales presentadas como alternativa al contenido del RD-ley para eliminar sus
aspectos más lesivos y no ahondar en políticas que producirán mayores
dificultades económicas para la mayoría de la población y un agravamiento de la
conflictividad social.
Sin embargo, no parece ser esta la línea
escogida por el Gobierno y con los Presupuestos Generales para 2012 presentados
el 30 de marzo, demuestra que su prioridad no es el empleo sino atender las
exigencias del Eurogrupo para limitar el déficit este año al -5,3% del PIB.
Unos presupuestos que, centrados en recortar el déficit público, generarán
menos actividad económica, más paro, una reducción de la calidad y cobertura de
los servicios públicos y un debilitamiento de la cohesión social. En
definitiva, más injusticia y más desigualdad, a la vez que se premia a los
defraudadores con una amnistía fiscal.
CCOO y UGT reclamamos una negociación
para alcanzar un gran acuerdo nacional para la reactivación de la economía y la
generación de empleo suficiente y de calidad, que contemple medidas de
persecución del fraude fiscal y de redistribución de la carga impositiva para
que quienes más recursos tienen contribuyan en justa medida a la salida de la
crisis; que garantice que el sistema financiero ponga a disposición de las
empresas y de las familias los recursos necesarios para recuperar la actividad
y aumentar el consumo; que favorezca un cambio en el modelo de crecimiento,
impulsando la investigación, la innovación tecnológica, la educación y la
formación, el desarrollo sostenible, la prevención y protección de la salud;
que consolide la igualdad de oportunidades y la lucha contra la discriminación
laboral y social como valores inherentes a la democracia y al estado social;
que recupere la aplicación efectiva de la Ley de dependencia, como un pilar
fundamental del Estado del bienestar, desarrollando todas sus capacidades de
generación de empleo.
UGT y CCOO reclamamos respeto a la
autonomía de las partes en el ámbito de las relaciones laborales; defendemos el
beneficio que a la cohesión social aportan los convenios y acuerdos
sectoriales, compatible con el desarrollo de la negociación en la empresa; promovemos
que la defensa y la creación de empleo sea el núcleo central de la negociación
colectiva.
CCOO y UGT reclamamos al Gobierno la
apertura de un proceso de negociación para cambiar en profundidad la reforma
laboral, centrar las políticas públicas en el crecimiento económico y la
creación de empleo, en la defensa del modelo social, los servicios públicos
esenciales y la cohesión social. Este Primero de Mayo es la continuación de la
huelga general y las manifestaciones llevadas a cabo el pasado 29 de marzo
contra la reforma laboral. Si el Gobierno sigue sin abrir la negociación
reclamada por los sindicatos, el conflicto social seguirá abierto y creciente
hasta que rectifique substancialmente esta
reforma.
En estos tiempos de globalización y
crisis económica es necesario reforzar la unidad y la solidaridad por una
salida social a la crisis.
UGT y CCOO llamamos a los trabajadores y
trabajadoras, a los ciudadanos y ciudadanas, a movilizarse en defensa del
modelo social y por el empleo:
QUIEREN ACABAR CON TODO
TRABAJO, DIGNIDAD, DERECHOS
¡NO A LA REFORMA LABORAL!
¡MÁS EMPLEO, MENOS PRECARIEADAD!
¡SERVICIOS PÚBLICOS DE CALIDAD!
¡POR LA IGUALDAD Y LOS
DERECHOS SOCIALES!
¡MÁS INVERSIÓN Y MENOS RECORTES!
LAS POLÍTICAS SOCIALES Y LA IGUALDAD SON PRINCIPIOS
Y DERECHOS IRRENUNCIABLES
TRABAJO, DERECHOS, DIGNIDAD
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